El periodo de adaptación y las familias

La familia es el primer grupo social donde el niño recibe unas influencias que van a permitirle o no un desarrollo normal. Por lo tanto, el clima afectivo que se genere en el seno familiar con respecto al niño va a marcar su posterior desarrollo de la personalidad y desarrollo social.

El inicio de la escolarización es uno de los momentos más difíciles a los que se enfrentan tanto padres como hijos. El proceso de adaptación no depende exclusivamente del centro sino, también, de cómo los padres y madres afronten la situación. Este período y la forma de resolverlo serán muy importantes en el proceso de socialización del niño y su actitud hacia la escolaridad y el aprendizaje.

El periodo de adaptación es el proceso por el cual el niño y la niña se va formando y preparando para la aceptación de un medio nuevo, la escuela.

El niño y la niña pasa de una relación afectiva-social conocida, como es la familia, a un ámbito más amplio y desconocido como es la escuela.

Según Mercedes Conde (1989), el periodo de adaptación es el camino o proceso mediante el cual el niño va elaborando, desde el punto de vista de los sentimientos, la pérdida y la ganancia que supone la separación hasta llegar voluntariamente a una aceptación interna de la misma.

Sin embargo, Carmen Ibáñez Sandín (2003) define el periodo de adaptación como el tiempo y la forma como se solucione el conflicto de la ruptura de la figura de apego con la madre y la incorporación al mundo de la escuela. Por lo tanto el inicio de la escolarización supone un cambio muy importante para niños y niñas, ya que abandonan el ambiente familiar donde se encuentran seguros y protegidos para entrar en un mundo desconocido donde tienen que adaptarse a diversos aspectos, como son:

1. Los espacios: el centro y sus dependencias, el aula y sus materiales.
2. Los adultos: distintos de sus padres, abuelos, amigos,...
3. La separación de la familia y su aceptación.

Esta adaptación del niño o de la niña dependerá de diversos aspectos, como:

• Tipo de apego que hemos establecido.
• Temperamento del niño o la niña.
• Grado de autonomía.
• Experiencia previa del niño.
• Conductas frecuentes de niños y niñas durante el periodo de adaptación.
• La situación de cambio que sufren los niños y niñas, genera unos comportamientos que desde la escuela se deben conocer de antemano para ofrecer la comprensión necesaria hacia los niños y poner en marcha las medidas adecuadas.

Los comportamientos más frecuentes en la escuela son:

• Inseguridad y miedo.
• Llanto.
• Descontrol de esfínteres.
• Vómitos.
• Trastornos en alimentación y sueño.
• Agresividad.
• Especial apego a los objetos personales.

En el ámbito familiar también suceden alteraciones de comportamiento como por ejemplo:

• Retroceso en el control de esfínteres.
• Pesadillas nocturnas.
• Trastornos de apetito.
• Intensificación de la dependencia hacia los seres queridos.
• Irritabilidad.

Estas alteraciones no desaparecen hasta que sean establecidos los suficientes lazos afectivos con las personas que se relacionan, y hasta que no tengan un conocimiento suficiente del nuevo entorno físico y social.

En este periodo es fundamental la socialización, integración y adaptación de niños y niñas al nuevo entorno escolar, así como evitar los comportamientos más frecuentes. La escuela debe prevenir estas situaciones y anticiparse, planificando pedagógicamente este periodo.

¿Cómo pueden ayudar padres y madres en la adaptación?

Las familias pueden ayudar los niños y niñas preparándolos hacia esta situación. Esto puede hacerse, por ejemplo:

• Dándoles información de manera tranquila y segura.
• Visitando previamente el centro y después visitarlo con el niño/a.
• No angustiarse si dice que no quiere ir.
• Comprando el material escolar conjuntamente.
• Enseñarle a compartir, a ser autónomo en la alimentación, aseo, etc.
• Confiar en su capacidad de adaptación.

Además, en el periodo de adaptación los padres deberán seguir algunas pautas como, por ejemplo:

• Seguir las indicaciones del centro y del tutor.
• Despedidas cortas, claras y afectuosas.
• Los reencuentros han de ser afectuosos, interesarse por lo que ha hecho.
• Llevar algún juguete si el centro lo permite durante los primeros días. Para que tenga un referente familiar.
• No llegar tarde a recogerlo y mucho menos los primeros días.
• Participar en fiestas y excursiones.
• Dedicarle tiempo después de la jornada escolar.
• Permitirle hablar y despedirse de sus amigos nuevos.

En definitiva, entender esta situación y comprenderla es fundamental para poder valorar la respuesta del niño ante la escuela. Sus lloros y temores son respuestas lógicas ante el nuevo reto que debe afrontar. Los adultos, tanto padres como profesores deben dirigir este proceso para que el niño lo supere sin traumas.